Un viaje de trabajo puede tener consecuencias inesperadas. Ése sábado me encontré en un bus hacia Valparaíso con un boliviano, una ecuatoriana y un par de griegos sin otro objetivo que vagabundear las calles e improvisar destinos. Conocí el poderoso Pacífico, hermoso si, pero indómito, distante y terrible; conocí una ciudad llena de casitas tuguriescas en lomas, de edificios a medio caer y medio reparar; y conocí La Sebastiana: la casa de Valparaíso de Pablo Neruda. Como buen cumbiero intelectual me compre Odas Elementales para poderme dedicar a "leer de Neruda unos versos", eso si, al frente de las cálidas aguas caribeñas de Santiago de Tolú.
La siguiente selección es un fragmentario, pero ajeno.
La siguiente selección es un fragmentario, pero ajeno.
Entre la suave cintura de mi patria, entre las monarquías iracundas del volcán y el océano, aves de la dulzura, tocais el sol, el aire, sois el temblor de un vuelo en el verano del agua al mediodía, rayos de luz violeta en la arboleda en Oda a las Aves de Chile1 A donde llegue el cobre, utensilio o alambre, nadie que lo toque verá las escarpadas soledades de Chile, o las pequenas casas a la orilla del desierto, o los picapedreros orgullosos, mi pueblo, los mineros que bajan a la mina. en Oda al Cobre2 dame la secreta tenacidad de las raíces en Oda a la Fertilidad de la Tierra3 todo comenzó con el hombre y su ojo que buscaba en el cielo de la sangre una estrella maligna. Allí con blusa blanca sigue buscando el signo, el número, el color de la muerte o la vida, descifrando la textura del dolor, descubriendo la insignia de la fiebre en Oda al Laboratorista4 Libro, cuando te cierro abro la vida en Oda al Libro (I)5 Libro hermoso, libro, mínimo bosque en Oda al Libro (II)6 Cómo de su garganta más pequeña que un dedo pueden caer las aguas de su canto? en Oda a Mirar Pájaros7 |
o ver tus ojos enredándose en todo lo que miro en Oda a la Pareja8 máquina transparente en Oda a la Primavera9 y poco a poco bajo tu diadema entre la duplicada maravilla de tus senos, entre cúpula y cúpula de tu naturaleza asoma el diente de la desventura, la cancerosa cola de la miseria humana, en los cerros leprosos el racimo inclemente de las vidas, luciernaga terrible, esmeralda extraída de la sangre, tu pueblo hacia los límites de la selva se extiende, y un rumor oprimido, pasos y sordas voces, migraciones de hambrientos, oscuros pies con sangre, tu pueblo, más allá de los ríos, en la densa amazonía, olvidado, en el Norte de espinas, olvidado con sed en las mesetas, olvidado, en los puertos, mordido por la fiebre, olvidado, en la puerta de la casa de donde lo expulsaron, pidiéndote una sola mirada, y olvídalo en Oda a Río de Janeiro10 los cafés están llenos de los más exquisitos pederastas, en Oda a la Sencillez11 y tú que lees mi oda contra tu soledad la has dirigido así tus propias manos la escribieron, sin conocerme, con las manos mías. en Oda a la Soledad12 tú dormías, en tierra, cansado de tus navegaciones, y la tierra, furiosa, levantó su oleaje más tempestuoso que el vendaval marino, en Oda a Valparaíso13 |
1 Neruda, Pablo. "Oda a las Aves de Chile", en Odas Elementales, Santiago, Pehuén, 2010, pág. 43.
2 Neruda, Pablo. "Oda al Cobre", Op. Cit., pág. 58.
3 Neruda, Pablo. "Oda al la Fertilidad de la Tierra", Op. Cit., pág. 88.
4 Neruda, Pablo. "Oda al Laboratorista", Op. Cit., pág. 120.
5 Neruda, Pablo. "Oda al Libro (I)", Op. Cit., pág. 132.
6 Neruda, Pablo. "Oda al Libro (II)", Op. Cit., pág. 136.
7 Neruda, Pablo. "Oda al Mirar Pájaros", Op. Cit., pág. 161.
8 Neruda, Pablo. "Oda al la Pareja", Op. Cit., pág. 191.
9 Neruda, Pablo. "Oda al la Primavera", Op. Cit., pág. 222.
10 Neruda, Pablo. "Oda al Río de Janeiro", Op. Cit., pág. 58.
11 Neruda, Pablo. "Oda al la Sencillez", Op. Cit., pág. 234.
12 Neruda, Pablo. "Oda al la Soledad", Op. Cit., pág. 240.
13 Neruda, Pablo. "Oda al Valparaíso", Op. Cit., pág. 266.